Para empezar, sin más rodeos, os haré esta pregunta: ¿a quién no le gusta dormir?
Pues sí chicos y chicas, a parte de que nos gusta, dormir es algo vital, algo placentero, y es una cosa que no nos debe quitar nadie.
Esta propuesta va para todos esos padres que no saben cómo dormir a sus hijos e hijas y ya le han cantado y tatareado todo.
El mejor momento del día para leer a los más pequeños es antes de irse a dormir. Es el mejor momento, pues es cuando están relajados y en sus camas y sus sentidos captan mejor los mensajes que nosotros les transmitamos (de ahí, que la información del cuento y su moraleja se les queden guardadas).
Los cuentos para los niños/as pueden enseñarles multitud de cosas, y es que el aprendizaje y la lectura van unidos de la mano. Por eso, es importante fomentar la literatura entre los niños a una edad muy temprana.
El cuento con el que os vamos a dejar trata del respeto a los demás y de la diversidad personal entre unos y otros (bueno, en este caso de animales), y el cuento se titula...
"Todos somos diferentes"
Cuenta una historia que varios animales decidieron abrir una escuela en el bosque. Se reunieron y empezaron a elegir las disciplinas que serían impartidas durante el curso.
El pájaro insistió en que la escuela tuviera un curso de vuelo. El pez, que la natación fuera también incluida en el currículo. La ardilla creía que la enseñanza de subir en perpendicular en los árboles era fundamental. El conejo quería, de todas formas, que la carrera fuera también incluida en el programa de disciplinas de la escuela.
Y así siguieron los demás animales, sin saber que cometían un gran error. Todas las sugerencias fueron consideradas y aprobadas. Era obligatorio que todos los animales practicasen todas las disciplinas.
Al día siguiente, empezaron a poner en práctica el programa de estudios. Al principio, el conejo salió magníficamente en la carrera; nadie corría con tanta velocidad como él.
Sin embargo, las dificultades y los problemas empezaron cuando el conejo se puso a aprender a volar. Lo pusieron en una rama de un árbol, y le ordenaron que saltara y volara.
El conejo saltó desde arriba, y el golpe fue tan grande que se rompió las dos piernas. No aprendió a volar y, además, no pudo seguir corriendo como antes.
Al pájaro, que volaba y volaba como nadie, le obligaron a excavar agujeros como a un topo, pero claro, no lo consiguió.
Por el inmenso esfuerzo que tuvo que hacer, acabó rompiendo su pico y sus alas, quedando muchos días sin poder volar. Todo por intentar hacer lo mismo que un topo.
La misma situación fue vivida por un pez, una ardilla y un perro que no pudieron volar, saliendo todos heridos. Al final, la escuela tuvo que cerrar sus puertas.
¿Y saben por qué? Porque los animales llegaron a la conclusión de que todos somos diferentes. Cada uno tiene sus virtudes y también sus debilidades.
Un gato jamás ladrará como un perro, o nadará como un pez. No podemos obligar a que los demás sean, piensen, y hagan algunas cosas como nosotros. Lo que vamos conseguir con eso es que ellos sufran por no conseguir hacer algo de igual manera que nosotros, y por no hacer lo que realmente les gusta.
Debemos respetar las opiniones de los demás, así como sus capacidades y limitaciones. Si alguien es distinto a nosotros, no quiere decir que él sea mejor ni peor que nosotros. Es apenas alguien diferente a quien debemos respetar.
Santiago Sánchez Revelo
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